La mitología griega es el producto de una fusión de elementos que provienen de la mitología indoeuropea con elementos del sustrato religioso mediterráneo, todo ello “trufado” con influencias asiáticas.

El mito en la vida de una sociedad primitiva explica el mundo, justifica los hábitos y los ritos, y relata por qué las cosas son de una determinada manera.

Al leer cualquier narración mitológica nos encontramos siempre con elementos que “chirrían”, que no encajan de forma natural dentro de ella, muchas veces por un grado de detalle no acorde con la descripción general de la situación, otras por elementos extrañamente desmesurados y absurdos.

A propósito de Tiestes, el hermano de Atreo, el mitógrafo nos dice que un oráculo le había señalado que sólo lograría su propósito de ser restituido en el trono de Micenas engendrando un hijo con su propia hija, algo que nos parece, a todas luces, extravagante y sobre todo arbitrario ante la posibilidad de infinitas alternativas más sensatas que hubieran podido ser a la vez, si ello es lo que se pretendía, mucho más complicadas.

Ello nos lleva a pensar que, quizás, detrás de todos estos asuntos turbios y, desde varios puntos de vista, absurdos, se encuentran un puñado de claves que nos permitan aclarar lo que de verdad está contando el mito, mito que, a lo mejor, puede estar enmascarado por ideas extrañas o acontecimientos descabellados.

Figuras de gran talla intelectual de todos los tiempos han dedicado sus esfuerzos a la vasta tarea de la interpretación mitológica con resultados dispares.

Según nuestro propio punto de vista, aquellas escuelas que han realizado una aproximación más coherente a la interpretación de la mitología griega han sido la historicista y la evolucionista.

J. Bachofen (1815 – 1887), figura señera del historicismo, ha pasado a la historia de la interpretación mitológica por su libro El Matriarcado (1861). Para él, el mito surge de la lucha entre esquemas de vida que se regían por el “derecho materno” (propio, según él, de todas las sociedades primitivas) y el posterior derecho paterno.

La estirpe matrilineal, en oposición al linaje patrilineal, exalta la superioridad de la noche sobre el día, de la luna sobre el sol, de los hijos más jóvenes sobre los primogénitos.

Para Bachofen, en el ámbito religioso mediterráneo hubo un matriarcado, con diosas madres como figuras dominantes, antes de que se impusiera el panteón indoeuropeo con su estructura de la familia patriarcal presidida por un dios padre Zeus.

La gran figura de la escuela evolucionista fue, sin duda, Sir James Frazer (1854-1941). Frazer creía en una cierta uniformidad de la mentalidad primitiva, productora de los mitos, mentalidad que era emotiva e infantil y dotada de una extraordinaria fantasía. La lectura de “La rama dorada” es una experiencia intelectual inolvidable.

Discípulo suyo fue el erudito Robert Graves que en su famosa obra Los mitos griegos hace una aproximación al tema desde una perspectiva mágica y antropológica en la línea iniciada por Frazer. Graves, a cuya obra nos remitiremos frecuentemente en estas páginas, bebe también de las teorías del matriarcado primigenio defendidas, como hemos visto, por Bachofen.

[blockquote]César Fernández[/blockquote]

[grid_block]

Cesar Fernandez

César Fernández

Especialista en arqueología griega y experto en viajes arqueológicos. Organiza para grecotour.com viajes altamente especializados en la historia y la arqueología de Grecia. Gran conocedor de la mitología griega. Habla griego moderno a la perfección y viaja frecuentemente con grupos culturales a distintos lugares de la Grecia antigua y Sicilia.

[/grid_block]